lunes 24 de octubre de 2011
LLEVARSE BIEN
Lectura: Salmo 133.
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!" Salmo 133:1
Todavía recuerdo lo que fue llevar de vacaciones a nuestra familia y sentir que toda la alegría del viaje se arruinaba con las peleas y las quejas de los niños en el asiento trasero del auto. Quién puede olvidarse de los efectos perjudiciales de «¡Papá, ella me tocó!» o «¡Mamá, él no me deja jugar!».
Si has experimentado algo similar, puedes imaginarte cómo se siente Dios cuando Sus hijos se quejan y pelean. Para el Señor, es importante llevarse bien. Refiriéndose a nosotros, Jesús oró que «todos sean uno», para que el mundo crea que Él vino del Padre (Juan 17:20-21). Y a los discípulos que tenían tendencia a pelearse, les mandó que se amaran y se sirvieran unos a otros (13:34-35; Mateo 20:20-28). También debe señalarse que entre las siete cosas que Dios aborrece, se incluye a aquel «que siembra discordia entre hermanos» (Proverbios 6:19).
Por eso, no sorprende que el salmista diga que, cuando los hermanos habitan en armonía, es como «el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba […] de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras» (Salmo 133:1-2). En la antigüedad, el aceite de la unción estaba lleno de especias aromáticas que perfumaban todos los ambientes donde iba el ungido. ¡Que la unidad que surge de nuestro amor y servicio mutuos bendiga con su fragancia nuestra familia, iglesia y amistades!
Reflexión: Los creyentes que se llevan bien esparcen la dulce fragancia de Jesús.
LA BIBLIA EN UN AÑO: Jeremías 3–5. 1 Timoteo 4.
Lectura: Salmo 133.
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!" Salmo 133:1
Todavía recuerdo lo que fue llevar de vacaciones a nuestra familia y sentir que toda la alegría del viaje se arruinaba con las peleas y las quejas de los niños en el asiento trasero del auto. Quién puede olvidarse de los efectos perjudiciales de «¡Papá, ella me tocó!» o «¡Mamá, él no me deja jugar!».
Si has experimentado algo similar, puedes imaginarte cómo se siente Dios cuando Sus hijos se quejan y pelean. Para el Señor, es importante llevarse bien. Refiriéndose a nosotros, Jesús oró que «todos sean uno», para que el mundo crea que Él vino del Padre (Juan 17:20-21). Y a los discípulos que tenían tendencia a pelearse, les mandó que se amaran y se sirvieran unos a otros (13:34-35; Mateo 20:20-28). También debe señalarse que entre las siete cosas que Dios aborrece, se incluye a aquel «que siembra discordia entre hermanos» (Proverbios 6:19).
Por eso, no sorprende que el salmista diga que, cuando los hermanos habitan en armonía, es como «el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba […] de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras» (Salmo 133:1-2). En la antigüedad, el aceite de la unción estaba lleno de especias aromáticas que perfumaban todos los ambientes donde iba el ungido. ¡Que la unidad que surge de nuestro amor y servicio mutuos bendiga con su fragancia nuestra familia, iglesia y amistades!
Reflexión: Los creyentes que se llevan bien esparcen la dulce fragancia de Jesús.
LA BIBLIA EN UN AÑO: Jeremías 3–5. 1 Timoteo 4.
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!" Salmo 133:1
Todavía recuerdo lo que fue llevar de vacaciones a nuestra familia y sentir que toda la alegría del viaje se arruinaba con las peleas y las quejas de los niños en el asiento trasero del auto. Quién puede olvidarse de los efectos perjudiciales de «¡Papá, ella me tocó!» o «¡Mamá, él no me deja jugar!».
Si has experimentado algo similar, puedes imaginarte cómo se siente Dios cuando Sus hijos se quejan y pelean. Para el Señor, es importante llevarse bien. Refiriéndose a nosotros, Jesús oró que «todos sean uno», para que el mundo crea que Él vino del Padre (Juan 17:20-21). Y a los discípulos que tenían tendencia a pelearse, les mandó que se amaran y se sirvieran unos a otros (13:34-35; Mateo 20:20-28). También debe señalarse que entre las siete cosas que Dios aborrece, se incluye a aquel «que siembra discordia entre hermanos» (Proverbios 6:19).
Por eso, no sorprende que el salmista diga que, cuando los hermanos habitan en armonía, es como «el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba […] de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras» (Salmo 133:1-2). En la antigüedad, el aceite de la unción estaba lleno de especias aromáticas que perfumaban todos los ambientes donde iba el ungido. ¡Que la unidad que surge de nuestro amor y servicio mutuos bendiga con su fragancia nuestra familia, iglesia y amistades!
Reflexión: Los creyentes que se llevan bien esparcen la dulce fragancia de Jesús.
LA BIBLIA EN UN AÑO: Jeremías 3–5. 1 Timoteo 4.
domingo, octubre 23, 2011
PRIMERAS IMPRESIONES
Lectura: Juan 7:14-24.
"No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio" Juan 7:24
Hace un tiempo, Nuestro Pan Diario publicó un artículo que escribí sobre una joven que llevaba una camiseta que decía: «El amor es para perdedores». Allí comenté sobre lo triste de esa frase y el daño que representaba.
"No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio" Juan 7:24
Hace un tiempo, Nuestro Pan Diario publicó un artículo que escribí sobre una joven que llevaba una camiseta que decía: «El amor es para perdedores». Allí comenté sobre lo triste de esa frase y el daño que representaba.
Este incidente me recordó con qué facilidad emitimos juicios equivocados en un primer momento. Si nos basamos en una información incompleta o inexacta, podemos apresurarnos a sacar conclusiones erróneas y a hacer juicios de valor insuficientes sobre la gente y las situaciones. Y esto puede dañar tremendamente a los demás.
Hablando de la gente que lo había juzgado mal, Jesús advirtió: «No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio» (Juan 7:24). Debemos procurar que nuestros juicios estén respaldados con la información correcta (la verdad) y la actitud acertada (la compasión de Cristo). Prueba con este lema: «El juicio correcto es para los ganadores».
Reflexión: Un juicio instantáneo puede convertirse en una fotografía mal tomada.
LA BIBLIA EN UN AÑO: Jeremías 1–2. 1 Timoteo 3.
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