sábado, 22 de octubre de 2011

Proteja su Matrimonio del adulterio


Todas las cosas se van deteriorando; si usted es propietario de una casa, bien sabe que los arreglos son interminables porque las cosas se desgastan. El matrimonio es igual. En 1 Corintios 7:3-5, se dice que el marido debe cumplir con la mujer su deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. Agrega que no se deben negar el uno al otro, "a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento", para ocuparse sosegadamente en la oración. Puede haber momentos de abstinencia, pero no para desquitarse. ¡Eso no vale! La abstinencia es de común acuerdo para dedicarse al ayuno y la oración. Luego dice que deben volver a juntarse para no sucumbir a la tentación "a causa de vuestra incontinencia". La relación sexual en el matrimonio es para su placer y también para protección. Utilizado correctamente, es un preservativo contra la tentación y el pecado.
El mejor antídoto para el adulterio es un matrimonio feliz. Gran parte de las desavenencias son a causa de una confusión. Cada persona tiene una manera de interpretar el respeto, la consideración y el amor. El problema es que los polos opuestos se atraen, de modo que la persona con quien usted se casó interpreta el amor de una manera muy distinta a la suya. Esto explica por qué las mujeres siempre se quejan de falta de atención, cuando los hombres pasamos tiempo trabajando para darles todo lo que tienen. Una encuesta realizada entre hombres y mujeres rindió estos resultados:

Orden de prioridades del hombre:
El sexo. Relación sana no aburrida.
Compañerismo. Participación por parte de su pareja en los intereses de él.
Una mujer atractiva. Una que sabe lucir bien y se conserva en forma para él, no para los demás.
Apoyo en el hogar. Confianza en su ayuda para manejar eficientemente los asuntos financieros del hogar, así como alguien que sepa dar calor de hogar.
Admiración. Contar con el respeto y el aprecio de la persona que más íntimamente lo conoce, es de un valor incalculable para él.

Orden de prioridades de la mujer:
Afecto. La mayor necesidad que tiene una mujer reside en los abrazos, las palabras tiernas y las caricias de su marido. El hombre que no es atento mina sus propios intereses.
Conversación. La mujer es mucho más conversadora y requiere lujo de detalles. Ese intercambio la hace feliz.
Honestidad. Ella requiere saber lo que usted hace, no porque deba rendirle cuentas sino por consideración. Los secretos le producen incertidumbre.
Seguridad económica. No la trate como una menor. Proporciónele suficiente efectivo y hágala partícipe de las decisiones importantes de la familia.
Ayuda con los niños. Esos niños que corren por el patio de su casa no nacieron de una rama. Usted los hizo y debe ayudar a criarlos.
¿Hay alguna similitud entre estas necesidades? No, son completamente diferentes. La persona se casa con la intención de hacer feliz a su pareja. Por ejemplo, ella trata de pasar horas enteras hablando de la nada mirándolo a los ojos, y él quiere hacer el amor y echarse a roncar feliz.
Sin embargo, para darle mantenimiento al matrimonio, es indispensable hacer a un lado los deseos personales y preocuparse por las necesidades del cónyuge. Esa persona a quien usted prometió delante de Dios y los testigos amor y respeto hasta que la muerte los separe. Si no logra comprender a su pareja, hay libros excelentes que puede consultar. Acuda a una reunión para parejas y busque ayuda pastoral.

Cuide sus ojos

Job dice que él hizo un pacto: ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque, ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente desde las alturas? ¿No hay quebrantamiento para el impío, y extrañamiento para los que hacen iniquidad? (Job 31:1-3).
El hombre no puede permitirse poner los ojos en otra mujer, admirar su figura o notar la ropa que lleva puesta, ni siquiera cuando pasa junto a él; mucho menos compararla con su mujer. Tenga cuidado con lo que ve por televisión. La mujer que añora los galanes de la pantalla y sueña secretamente con ser la protagonista, está invitando al adulterio.
El hombre tiene demasiados problemas con la pornografía. Uno de ellos escribió: Lo peor que puede hacer un hombre es caer en el vicio de la pornografía. Destruye a su esposa y a sus hijos. Es obvio que la realidad jamás podrá competir con la fantasía. El hombre pierde la capacidad de tener relaciones sexuales satisfactorias debido a la expectación irrealista que la pornografía genera. Lo digo por experiencia propia. A pesar de saber que las fantasías no son más que un producto de la imaginación, no logro alcanzar satisfacción en una relación genuina. Nadie puede competir con la fantasía. La triste realidad es que ya no puedo disfrutar el sexo a menos que tenga la pornografía enfrente.
Cuando de pecado se trata, la gente del mundo no tiene temor de Dios. Si algo se les antoja, lo hacen sin miramientos: el casanova busca la manera de conquistar a la mujer para meterla a la cama a toda costa. El cristiano también se enfrenta a la misma tentación; la diferencia es que, cuando los pensamientos inundan su mente como fantasmas furtivos, los reprime. Esto le produce una pugna de sentimientos encontrados, una mezcla de frustración y culpabilidad que no halla escape. En lugar de eso, los casados deberían dejar de darse golpes de pecho y canalizar esa energía sexual hacia su pareja.

Cuidado con los problemas y los elogios

No permita que una persona del sexo opuesto le platique sus problemas matrimoniales. Es mucho más seguro y apropiado tratar esos asuntos con alguien del mismo sexo. De otro modo, cuando la hermana fulanita llega desvalida, usted comienza a pensar en lo ingrato del tipo (con quien ella está casada), por no apreciar a una mujer como ella. Seguramente usted sí sabría apreciarla como merece. Esto abre una puerta para el diablo. La mujer no arregla nada hablando con otros hombres de sus desavenencias. La única persona que puede hacer algo al respecto, es su propio marido.
Todo ser humano anhela sentirse apreciado y admirado, pero buscar elogios de un extraño puede ser peligroso. El corazón es engañoso más que todas las cosas y puede dar lugar a la infatuación. Dar cumplidos por todos lados también presenta un riesgo. Una simple expresión de admiración en el corazón de una persona sedienta de amor puede despertar sentimientos indebidos. Si percibe un interés deshonesto, ¡huya!
Nunca se quede a solas con una persona del sexo opuesto. Ni siquiera para aconsejar a alguien que está en dificultades. Permanecer a solas con alguien vulnerable que está abriendo su corazón, es demasiado riesgoso. También puede prestarse a malas interpretaciones.

¡Huya de la tentación!
En 2 Timoteo 2:22 se nos advierte claramente: "Huye también de las pasiones juveniles". En otras palabras, ¡Sálvese quien pueda! En el momento de la tentación no es aconsejable ponerse a orar, ayunar y reprender demonios. Dios sabe que el momento de la tentación es demasiado crucial, y su mejor recomendación es salir corriendo antes de cometer un error garrafal.
Eso fue precisamente lo que hizo José en la casa de Potifar. La esposa de Potifar era una mujer joven sumamente atractiva casada con un hombre mucho mayor que ella, quien de pronto ve a José, y comienza el acoso diario. Su esposo se ausentaba mucho de la casa y es muy posible que tuviera la costumbre de seducir a los empleados. La diferencia fue que este joven tenía principios morales y a pesar de estar en la edad de mayor producción hormonal, continuamente resistió la tentación.
Hay que reconocer que nadie es inmune a la tentación, nadie puede darse el lujo de considerarse tan santo que jamás cometería ningún pecado. Usted es un ser humano tan expuesto a una caída como cualquier otra persona; lo importante es reconocer el peligro y tomar medidas para evitarlo.

Alguien que le eche la mano
Rodearse de amigos de convicciones firmes ayuda a vivir en santidad. ¿Qué clase de amigos tiene? Los hombres somos ermitaños por naturaleza. Si por nosotros fuera, pasaríamos la vida encerrados en una cueva viendo juegos de fútbol en pantalla panorámica sin relacionarnos con nadie. Es muy recomendable cultivar amistades con quienes poder hablar en el momento en que vengan las tentaciones y las luchas. Los buenos amigos no caen del cielo. Hay que buscarlos. La amistad es algo que se cultiva y requiere esfuerzo de nuestra parte.
Lamentablemente para algunas personas ya es demasiado tarde. Han pecado y necesitan tomar algunos pasos para volver a entrar en comunión con Dios y su cónyuge:

Confesarlo a Dios - Sin la confesión, no hay perdón. Dios solamente perdona lo que confesamos. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Jn 1:9).

Confesarlo a su cónyuge - Cuando alguien peca sexualmente, peca contra su cónyuge. "Confesaos vuestras ofensas unos a otros..." (Stg 5:16a). Para el ofensor, definitivamente es un paso extremadamente duro, pero ineludible.

Dar marcha atrás - Abandone el pecado. No se puede vivir pidiendo perdón por la misma ofensa vez tras vez. Dé un giro completo de actitudes y evite todo contacto con ese pecado. Sálgase de la zona de peligro. Tómese de la mano de su cónyuge y no mire atrás.


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